Historias de San Luis: apariciones de brujas
Cuenta Avelino Gómez en un libro de su autoría, que el amigo El Negro Flores era alguien que trabajó en Vialidad Provincial por muchos años, y le tocó presenciar varias apariciones de brujas y otros fenómenos mientras hacía tareas rurales.
Por ejemplo, estaba acampando cerca de La Botija, cuando al atardecer llegó un jinete en un caballo negro brillante.
Tras saludarlo al Negro Flores le pidió un jarro con agua porque tenía mucha sed.
Tras tomar ese jarro con agua, desapareció sin hacer ruido ni dejar rastros, relató Flores.
“Parecía que no había venido nadie, pero quedó un olor a quemado en el lugar”.
En otra oportunidad, salieron a cazar vizcachas con algunos compañeros de trabajo.
Al enfocar las linternas hacia las vizcacheras, se asustaron por la aparición de una mujer desnuda con pelos muy largos que cubrían la parte delantera de su cuerpo.
Flores le apuntó de inmediato con su arma, pero la mujer se transformó en un chivo que salió corriendo por las ramas secas.
“Y los tres que andábamos cazando vimos lo mismo”, asegura el Negro Flores.
En otra oportunidad había asistido a cenar a la casa de una familia por la zona de Balde.
Y tras comer, volvió al campamento montado en su caballo.
Asevera que vió una luz roja al costado del camino, y al pasar al lado de ella, sintió que alguien se montó en las ancas de su caballo.
De reojo vió que era una mujer, pero no se dio vuelta nunca siguiendo los consejos de sus abuelos.
La luz lo acompañó todo el camino, y al llegar al campamento, desapareció como así también la mujer que montaba en ancas.
“Nunca tuve dudas que se trataba de una bruja”, dijo el laburante.
Y aclaró haber estado en alguna salamanca, que será motivo de otro relato.